LA PASIÓN DE RODOLFO II (capítulo 30)



DIOS NO JUEGA A LOS DADOS

Caminaba por las atestadas calles del barrio Chino de Nueva York en el bajo Manhattan donde había tomado un refrigerio. De reojo atisbó su reloj, eran las 3:46, tenía menos de 15 minutos para encontrar el edificio ubicado en la esquina de Canal Street y Center Street. Apresuró el paso entre la multitud pasando de largo por los puestos que sobresalían un tanto del acceso de los comercios entorpeciendo el paso de los transeúntes. A lo lejos vio la entrada del pasaje Plaza, justo al lado de un restaurante que exhibía en la vidriera un hermoso conjunto de patos laqueados, que colgaban de ganchos sujetos a un grueso tubo.

El acceso camuflajeado al interior del “punto de encuentro” era por un lago pasillo con diversos comercios de aromáticos sahumerios. Presuroso, se encaminó hacia el interior de un puesto de muñecas vestidas con vistosos y coloridos trajes típicos de China, donde una mujer bastante pequeña, le indicó el acceso al salón virtual por el mostrador de la tienda, hasta llegar a una pequeña habitación donde había una cortina de tela estampada que ocultaba una puerta.

En el interior del recinto vio la silueta de espaldas de varios hombres observando una pantalla panorámica que trasmitía la imagen de una mujer. Era Pamela quién presentaba el tema de la ponencia en el improvisado salón virtual, haciendo hincapié en una controvertida y polémica frase que daba título a la conferencia. De súbito el recién llegado interpeló con inflexible tono de voz. -Dios no juega a los dados. Einstein. De inmediato, Ferdinan, Dafra y el oriental voltearon al unísono clavando sus miradas en el advenedizo personaje. El señor Perilló se levantó del asiento y le dijo sonriente estrechándole la mano. -Llegas tarde Antonio.

Del otro lado de la pantalla, Yara aprovechó la sorpresiva intervención. La joven se aproximó a Pamela portando dos tasas de café. La chica se sentó junto a la señora Perilló quién acomodó sobre la mesa unos bolígrafos y un par de folders con hojas sueltas. La vista tras de ellas, en el ventanal de la casa de la playa dejaba ver el intenso azul turquesa del mar.

Tras una informal presentación de los recién llegados y sin más demoras Pamela expuso a grandes rasgos el programa seleccionado por los especialistas para la conferencia virtual, que registraba una audiencia activa hasta ese momento de más de un centenar de usuarios registrados. Ya entrada en el tema y sin muchos preámbulos continuó: -Respecto a su famosa frase “Dios no juega a los dados” la visión de Einstein en su momento, estaba sujeta a las teorías de variable oculta, lo que podía parecer la forma más obvia de incorporar el Principio de Incertidumbre en la física. De tal modo estas teorías forman la base mental del universo sostenida por muchos científicos y prácticamente por todos los filósofos de la ciencia. No obstante Stephen Hawking al igual que otros investigadores, actualmente sostienen que las teorías de variable oculta están equivocadas.

A partir de la última aseveración de la presentadora, comenzaron a llegar a la sección de discusiones un buen número de comentarios y pensamientos críticos, que el moderador de la conferencia organizaba en los textos de fondo del panel general, mientras la conferencia continuaba en pleno desarrollo.
-Con una nueva teoría, -continuó Pamela- la mecánica cuántica propuesta por Heisenberg, el austriaco Erwin Schroedinger y el físico británico Paul Dirac las partículas no tienen posiciones ni velocidades bien definidas. En su lugar son representadas por lo que se llama una función de onda.

El contexto de la ponencia abarcaba con gran detalle las nuevas teorías al respecto, sin omitir también el tema de los agujeros negros y si se pierde o no la información de los desafortunados objetos que son arrastrados hacia el interior de ellos. El tiempo transcurría y los cuatro minutos otorgados a la presentación del tema de la conferencia virtual llegaban a su fin. -Concluyó en tono fehaciente y a la vez mesurado la señora Perilló- Dios juega a los dados con el universo, y toda evidencia lo señala como un jugador empedernido. A continuación se presentó un video cuyo título entre signos de interrogación planteaba la pregunta: ¿Un orden implicado?, para dar lugar inmediatamente a la participación de varios especialistas en los temas ya enumerados.

Gracias a la tecnología de Internet la conferencia virtual había tenido una amplia cobertura geográfica y una importante participación de sugerencias y comentarios que inmediatamente se fueron registrando uno a uno en el blog titulado “Ciencia y Tecnología del Futuro”.

Antonio recién había concluido un doctorado sobre “Aceleradores de partículas y campos electromagnéticos”. Un importante laboratorio de investigación sería destinado a esta disciplina en lo que fuera antaño el espacio que ocupara el invernadero de la casa de las gárgolas. Su permanencia en Nueva York le tomó tan sólo unos días. Tiempo suficiente en el que él, seleccionaría parte del equipo y material indispensable para la práctica de esta tecnología, contando con un fuerte apoyo de otros laboratorios e institutos de investigación interdisciplinarios externos, especializados en éstos y otros importantes avances relativos a la bioinformática, nanotecnología y desarrollo de micromáquinas. El oriental finiquitaba las transacciones comerciales, así como el intercambio de recursos técnicos, y muchas veces del personal especializado que en un futuro, participaría en este ambicioso proyecto.

Al terminar la conferencia virtual Pamela apagó la computadora y permaneció largo rato con la cabeza reclinada en el respaldo de su sillón. No sabía quién era el personaje que la había interpelado al inicio de la conferencia, pero indudablemente le había causado un inusitado sentimiento que no lograba identificar. Mientras Yara imprimía algunos archivos, la señora Perilló se dio cuenta que la impresora realizaba un golpeteo rítmico y monótono, y en su breve ensoñación le pareció que el sonido se asemejaba al crepitar de las llamas, cuando se enciende la leña bajo las brazas de una chimenea. Esta imagen le trajo a la memoria la escena de Kima frente a las hojas sueltas del manuscrito, que veían fijamente Juanjo Vivot y su anciano abuelo.

DESCABELLADO PLAN

El prolongado viaje a Praga, a veces extenuante y no ajeno a ciertas vicisitudes políticas, sociales y económicas, que imperaban en la Europa de finales del siglo XVI, no logró bajo ninguna circunstancia quebrantar en lo absoluto, la inflexible determinación a priori de Juanjo Vivot y Kima Guinelli. Ambos compartían en secreto la búsqueda apremiante del manuscrito del Ditriae-Corporum y las mujercitas desnudas. ¡Qué ajeno estaba el políglota erudito y estudioso de heráldica del verdadero origen de dicho documento! No obstante, en principio, el mallorquín tenía el compromiso irrevocable de rescatar la obra y entregarla a su suegro, tal cual se lo había solicitado meses antes de que la pareja partiera de Palma de Mallorca en dirección a Bohemia.

Pero ciertamente no sólo el impresor y el banquero Ancarola, por conducto del abad Nebredius de Batllori le habían manifestado su vehemente deseo de recuperar el manuscrito. De tal modo, todos los interesados, cada uno con motivos de suyo entrañables y recónditos, ignoraban que Juanjo Vivot y su íntimo amigo el cartógrafo Guillermo Doménech tenían para sí, un jugoso y descabellado plan.

Las pesquisas consumadas hasta ese momento por los ambiciosos mallorquines indicaban que tanto Kelley como Arthur de Yehak, habían realizado copias de algunos folios del manuscrito, con la intención de encontrar a un especialista que lograra descifrar su contenido. Mientras tanto, el falsificador de documentos Edward Talbot (Kelley) temiendo correr la misma suerte del astrónomo Wenceslao Stroff tocante a su “muerte accidental”, que de hecho había sido atizada en su oportunidad por propia mano de Yehak, cuando ambos personajes se enteraron de las negociaciones que a sus espaldas pretendía efectuar el astrónomo con el banquero Ancarola.

Kelley, dada las circunstancias, se cura en salud y acude a su amigo personal el alquimista, astrólogo y célebre brujo Dr. Lee, quién después de haber consultado a los ángeles a través de la esfera de cristal del propio Kelley, le aconseja guardar prudencia, ya que otras manos le ahorrarán la difícil tarea de eliminar la molesta carga, que les representaba a ellos dos, las insidiosas intromisiones de Yehak.

Kima ajena a toda esta maraña de bellacas intrigas, plenas de vilipendio astucia e infamia, se nutría cándidamente de los triviales y equívocos informes que su esposo ingeniaba, con la intención de mantenerla distante de cualquier contacto con la realidad. Pero no por mucho tiempo, ya que cierto día, la esposa de Vivot acompañada de Fennia, paseaba por la plaza de la Ciudad Vieja en las inmediaciones de un concurrido mercado, y justo frente al Ayuntamiento, le pareció ver a Guillermo Doménech entre la multitud que se aglomeraba alrededor de un grupo de músicos andarines, que tocaban bajo las arcadas del edificio. Imposible confundirlo, con su talante excepcional, alto, buen mozo, delicado, arrogante y altivo poseedor de una ensortijada cabellera rojiza, que siempre llevaba ondeando al viento.

Las mujeres en su afán de seguir sus pasos, no se dieron cuenta que Mengué se arrastraba sigiloso tras de ellas. Sin decir agua va, un sujeto desconocido se aproximó al cartógrafo, quién de inmediato le entregó al extraño un pequeño envoltorio, acto seguido, ambos personajes se alejaron de la multitud hacia el interior del recinto del Castillo de Praga, y al llegar frente a la Puerta Dorada de la Catedral de San Vito, de súbito se separaron. Guillermo Doménech apresuró sus pasos en dirección al Puente de Carlos, donde un cochero ya lo esperaba. Kima y Fennia vieron desalentadas como el carruaje atravesó el río perdiéndose a lo lejos entre el bullicioso gentío, que a pie y con toda suerte de carromatos atravesaba sobre el emblemático pasaje, las aguas caudalosas del Moldava.

Pamela al releer los últimos párrafos, de suyo bastante sorprendida, siente que debe reconsiderar la primera impresión que ha vertido con gran entusiasmo sobre Juanjo Vivot y su entrañable amigo el cartógrafo. No obstante, prefiere guardar prudencia antes de emitir un juicio inexacto. Mientras tanto, continúa enfrascada con la lectura de su libro Sincronía, cuya fiel reproducción de la obra original, va cobrando forma bajo el diseño y el formato de un trabajo concienzudo desarrollado con la más innovadora tecnología del diseño y las artes gráficas.

Ese mismo día, Arthur de Yehak sufre un grotesco e infortunado incidente al atorársele en la garganta una hoja de laurel, mientras degustaba un suculento caldo de pescado. Solícitos los parroquianos tratan de auxiliarlo, pero a pesar de las desesperadas maniobras por sacarle el cuerpo extraño, el insidioso objeto se clava mortalmente en su tráquea, creándole una insalvable y violenta asfixia. Muere el famoso alquimista de la corte de Rodolfo II, mientras Kelley negocia con el Emperador la venta del codiciado manuscrito en la mismísima Kunstkammer, impresionante espacio que atesora la soberbia biblioteca del Castillo de Praga.

Conocido era de sobra, la pasión de Rodolfo II por los libros, el arte, la alquimia y las ciencias ocultas. En esta célebre librería el emperador atesora numerosos manuscritos y documentos sobre astronomía, astrología, magia negra, alquimia y ocultismo. No podía faltar en su basta colección una sorprendente obra que nadie podía leer, y que contenía según Kelley una antigua y poderosa magia, tan portentosa y sobrenatural que en cada una de sus páginas se entreveía la fuerza contumaz de la sapiencia.

Para desgracia de Edward Talbot (Kelley), no puede documentar ante Rodolfo II, la autoría del documento que erróneamente él y sus secuaces creyeron a pie juntillas, era la Magna Obra del Magister Prinio Corella. Dadas las circunstancias, el enigmático manuscrito Gadeano es atribuido al inglés Roger Bacon, aunque la mayoría de los sabios imperiales de la corte rodolfina ponen en tela de juicio tal suposición.

LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD

No obstante el Emperador adquiere el extraño manuscrito por la nada despreciable suma de 600 ducados. Deseoso Rodolfo II de comprender el hermético contenido del documento y con el inminente anhelo por iniciar una nueva investigación, se encierra en su taller de alquimia ubicado en una obscura torre del castillo de Hradschin, donde nunca pierde las esperanzas de encontrar la fuente de la eterna juventud.

Desesperado, y sin que ninguno de los eruditos de la corte praguense haya podido descifrar la ininteligible obra. El Archiduque de Austria, Rey de Hungría y de Bohemia y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, sumamente débil, enfermizo y excéntrico recae en una insalvable crisis de ansiedad, aislamiento y furia que se repetirá con tal frecuencia, acabando de afectar su carácter ya de suyo bastante irritable y violento.

Mientras tanto, Mengué, el fiel sirviente del erudito mallorquín, informa a su amo, que la señora Guinelli ha descubierto la presencia del cartógrafo en la ciudad de Praga. Kima exige una explicación y sin más rodeos su esposo le asegura que Guillermo Doménech, se ha hecho pasar por un experto consumado en el arte de la criptografía, y en el desarrollo de códigos y claves secretas, para entrevistarse con el Emperador Rodolfo II quién tiene en su poder el codiciado manuscrito.

Supuestamente, el encuentro entre ambos personajes se había realizado en un bosquecillo del castillo junto a las jaulas de los tigres, y rodeados de una docena de grotescos enanos acondroplásicos y liliputienses. En tan desconcertante escenario, Doménech se compromete a la brevedad posible descifrar la misteriosa obra, que ante la desgastada salud física y mental del monarca ya había relegado la interpretación del documento a un prestigioso alquimista y matemático asentado en las entrañas del Castillo de Urania ubicado en la isla danesa de Hven.

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